jueves, 27 de septiembre de 2012

UN NUEVO ABONO ORGÁNICO RALENTIZA LA DEGRADACIÓN DE LOS FUNGICIDAS

agenciasinc.es
 
Un equipo de invastigadores del CSIC y de la Universiad de La Rioja han descubierto un nuevo abono orgánico a base de hongos que hace más lenta la degradación de los fungicidas. El objetivo, dicen los investigadores, es disminuir el riesgo de contaminación de suelos y aguas del entorno.



El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) ha analizado los efectos que produce la aplicación de residuos orgánicos como abono sobre la degradación de los fungicidas que llegan al suelo tras ser aplicados para combatir enfermedades de las plantas.
En concreto, en colaboración con la Universidad de La Rioja, los científicos han estudiado cómo se disipan algunos de estos productos químicos cuando los agricultores aplican simultáneamente al suelo como enmienda un sustrato postcultivo de hongos. Los resultados, publicados en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, indican que estos residuos orgánicos hacen más lenta la degradación de los fungicidas, con lo cual se disminuye el riesgo de contaminación de suelos y aguas del entorno.
"Es importante estudiar estos procesos porque en las prácticas agrícolas se aplican tanto pesticidas como enmiendas orgánicas y la interacción entre ambos puede dar lugar a contaminaciones de aguas superficiales por escorrentías o de aguas subterráneas por lixiviación", señala en declaraciones a DiCYT María Jesús Sánchez, investigadora principal del grupo de 'Contaminación de Suelos y Aguas por Pesticidas' del IRNASA, que firma el artículo junto a sus compañeros Jesús María Marín-Benito y Sonia Rodríguez-Cruz y a Marisol Andrades, investigadora riojana.
El sustrato postcultivo de hongos es un material orgánico que queda como residuo después de cultivar setas o champiñones y está compuesto por los materiales del compost utilizado para su producción: paja, serrín, estiércol, carbohidratos o yeso. Precisamente, en La Rioja el cultivo más destacado después del viñedo es el cultivo del champiñón, así que este desecho podría emplearse después como fertilizante en los suelos de los viñedos, debido a que tienen un contenido muy bajo en materia orgánica. De esta forma, se evita el envío de residuos orgánicos a los vertederos, tal y como indica la legislación europea, y se obtienen beneficios para otro cultivo.
En el laboratorio y en trabajos de campo
La aplicación de residuos orgánicos a los suelos en combinación con productos químicos para las plantas ya ha sido estudiada anteriormente por el IRNASA, que ha demostrado tanto en el laboratorio como en trabajos de campo que modifica la adsorción, movilidad y degradación de los plaguicidas. En esta ocasión, el trabajo publicado estudia la disipación de cuatro fungicidas de diferente estructura química: iprovalicarb, metalaxil, penconazol y pirimetanil, muy utilizados en el cultivo de la vid para combatir enfermedades como el oídio y el mildiú y la podredumbre.
Un agricultor puede aplicar al suelo del viñedo los sustratos postcultivo de hongos directamente, cuando aún están frescos, o tras un proceso de compostaje, pero según los datos de la investigación las consecuencias son muy diferentes. Con el residuo compostado, disminuye la velocidad de degradación de todos los fungicidas. Sin embargo, el residuo fresco apenas frena la velocidad de degradación en alguno de los compuestos químicos.
 
Controlar la degradación
 
La conclusión es que los residuos postcultivo de champiñón "pueden servir para controlar el mecanismo de degradación de los fungicidas". Esto tiene un aspecto positivo, ya que evitan que se dispersen rápidamente y puedan llegar, por ejemplo, a aguas subterráneas o a aguas superficiales. Sin embargo, como aspecto negativo está la persistencia del producto químico en el ambiente durante más tiempo, aunque "el final deseado para los fungicidas es su transformación en CO2". Por otra parte, el sustrato postcultivo puede favorecer también la formación de productos de degradación con diferente capacidad de adsorción por el suelo que el fungicida original. Asimismo, las comunidades microbianas del suelo también sufren modificaciones debido a la combinación de residuos orgánicos y fungicidas.
Aunque el artículo publicado en Journal of Aricultural and Food Chemistry hace referencia a una situación muy específica que se da principalmente en La Rioja, "el objetivo es sacar conclusiones generales que sirvan también para otros tipos de residuos", indica el grupo de investigación. El trabajo se ha realizado en colaboración con el Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón, en La Rioja, y la empresa Intraval. El proyecto ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
 

jueves, 13 de septiembre de 2012

LOS ECOSISTEMAS MANIPULADOS POR EL HOMBRE TIENEN UN MAYOR RIESGO DE PLAGAS

agenciasinc.es
 
Las enfermedades de las plantas causan cada año unas pérdidas medias del 15% en la producción agrícola mundial. Investigadores del CBGP-UPM participan en un estudio, publicado en PLoS Pathogens, que muestra que las plantas que crecen en ecosistemas agrarios son más propensas al ataque de los virus.

La planta y la flor del chiltepin. Imagen: UPM.

El impacto de algunas epidemias, como la del mildiu de la patata en Europa a mediados del siglo XIX o la de la grafiosis del olmo en el último tercio del siglo XX, han tenido efectos sanitarios, ecológicos, socioeconómicos y políticos mucho mayores, comparables a las de las enfermedades humanas y de animales más devastadoras.
Una de las cuestiones más estudiadas por los expertos es la razón por la que los ataques de las plagas y enfermedades son en general más graves en los ecosistemas agrícolas en comparación con los silvestres.
Un equipo de investigadores del Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas de la Universidad Politécnica de Madrid (CBGP-UPM / INIA) y del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, liderado por Fernando García-Arenal, se ha propuesto averiguar las razones que explican este fenómeno, buscando evidencias epidemiológicas para algunas de las hipótesis que se manejan en la comunidad científica.
Entre las teorías que se manejan en el estudio, publicado recientemente en PLoS Pathogens, destacan las que hacen referencia a la reducción de la diversidad de especies del hábitat y de la diversidad genética de la planta huésped en los agroecosistemas, junto al aumento de su densidad.
 
El caso del pimiento silvestre
 
El primer paso para analizar todas estas teorías fue seleccionar el vegetal con el que se iba a realizar este trabajo, un factor muy importante por la dificultad para obtener datos de una misma especie huésped en ecosistemas silvestres y agrícolas.
Para superar este obstáculo, los investigadores aprovecharon que la domesticación de diversas especies de plantas silvestres de uso humano se está produciendo en Mesoamérica en la actualidad. Como huésped focal del trabajo escogieron el pimiento silvestre o chiltepín (Capsicumannuumvar glabriusculum), antecesor silvestre del pimiento cultivado.
El chiltepín crece en hábitats agrícolas y silvestres, y sus plantas muestran síntomas de enfermedades virales en todos los hábitats, por lo que es idóneo para analizar la relación entre los cambios ecológicos causados por la actividad humana y la emergencia de enfermedades.
Durante tres años, los expertos estudiaron poblaciones de chiltepín de distintas regiones de México en hábitats con desigual nivel de intervención humana y estimaron la incidencia de infección por virus, la incidencia de plantas con síntomas, la diversidad de especies del hábitat, así como la diversidad genética de la población de chiltepín y su densidad.
“El análisis de los datos demostró que cuanto mayor es el nivel de intervención humana, mayor es la incidencia de infección viral y de plantas sintomáticas, es decir, mayor es el riesgo de enfermedad”, explica García-Arenal.
Además, la intervención humana está asociada a una menor diversidad de especies del hábitat, una menor diversidad genética y un aumento de la densidad de plantas de la misma especie, todos ellos factores que incrementan el riesgo de enfermedades en la población vegetal.
El trabajo, financiado por la Fundación BBVA, el Plan Nacional de I+D+i, España, y el Instituto de Ecología, UNAM (México), también tiene un interés particular en el contexto del problema que representa la disminución actual de la diversidad de los ecosistemas de todo el mundo debida, entre otros factores, a actividades humanas.
“La disminución de la biodiversidad se asocia en general con la extinción de especies, con el agotamiento de los recursos naturales y con un empobrecimiento de los servicios que prestan los ecosistemas.
“Otro efecto principal de la pérdida de biodiversidad es que favorece la emergencia de las enfermedades de las plantas, un aspecto del que es menos consciente la sociedad y que también es cada vez más evidente en el caso de enfermedades de humanos o de animales. Por tanto, los resultados no son sólo relevantes para entender las interacciones planta-virus, sino que pueden tener una aplicación general para comprender la emergencia de las enfermedades infecciosas”, asegura el investigador del CBGP-UPM_INIA.
 
Referencia bibliográfica:
 
Israel Pagán, Pablo González-Jara, Alejandra Moreno-Letelier, Manuel Rodelo-Urrego, Aurora Fraile, Daniel Piñero, Fernando García-Arenal. "Effect of Biodiversity Changes in Disease Risk: Exploring Disease Emergence in a Plant-Virus System". PLoS Pathogens julio de 2012