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Científicos de la Universidad de León, la Universidad de Salamanca y el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabajan en varios proyectos de investigación para desarrollar productos microbianos que mejoren la nutrición de las plantas y la defensa contra patógenos.
Los trabajos del IRENA de la Universidad de León, la Universidad de Salamanca y el IRNASA (CSIC) se centran en mejorar la nutrición de las plantas y en defenderlas de patógenos. Foto: DiCYT.
Las plantas necesitan tomar nutrientes del suelo para su desarrollo, por lo que éstos van agotándose y deben reponerse con el abonado. "Pero las plantas tienen limitaciones para acceder a los nutrientes del suelo, porque por una parte algunos se encuentran en formas no asimilables y, por otra parte, las raíces exploran solamente un determinado volumen de suelo, pero si se amplía el sistema radicular, se mejora la absorción de nutrientes y, por tanto, el rendimiento de los cultivos”, explica Fernando González Andrés, investigador del Instituto de Recursos Naturales y Medio Ambiente (IRENA) de la Universidad de León y uno de los responsables de estos proyectos.
En el suelo existen multitud de microorganismos, la inmensa mayoría de ellos beneficiosos. “Cuanta mayor biodiversidad microbiana tenga un suelo, más fértil se considera”, informa González Andrés. Durante los últimos años, el equipo de trabajo ha seleccionado entre los microorganismos del suelo que viven en la rizosfera de las plantas o en el interior de las raíces aquellos que son útiles como fitofortificantes, productos que favorecen que los cultivos se desarrollen y se defiendan de patógenos y condiciones adversas.
Estos microorganismos tienen diferentes modos de acción. El más clásico y explotado es la fijación de nitrógeno atmosférico en las leguminosas por parte de bacterias del género Rhizobium y afines. Otros modos de acción son la estimulación del crecimiento de las raíces, mejorando la capacidad de absorber nutrientes, la conversión en asimilables de formas insolubles de fósforo o hierro, o la mejora de la respuesta de la planta ante situaciones de estrés, porque impiden la formación de la hormona del estrés, que es el etileno. Por otra parte son agentes de biocontrol, contra enfermedades. Los investigadores resaltan que un aspecto primordial de la investigación es la bioseguridad, por eso, solo trabajan con bacterias completamente seguras para el medio ambiente y el ser humano.
Los resultados de las investigaciones de este grupo no llegan solamente a las revistas científicas, sino también al usuario final, que en este caso, el agricultor. Así lo demuestra el consorcio de centros públicos formado por el IRENA de la Universidad de León, la Universidad de Salamanca y el IRNASA (CSIC) que trabaja en la actualidad en un proyecto INNPACTO concedido en la última convocatoria (2011). Este subprograma del Ministerio de Economía y Competitividad está dedicado a financiar proyectos en cooperación entre organismos de investigación y empresas para la realización conjunta de proyectos de I+D+i, con el fin de garantizar la explotación de los resultados.
Tecnología solidaria en la República Dominicana
Los conocimientos adquiridos por parte de los investigadores se están transfiriendo a países con menor desarrollo tecnológico. Una de las acciones más importantes es un Proyecto de Cooperación Interuniversitaria (PCI) con República Dominicana de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que implicó en los últimos cinco años a la Universidad de León, la Universidad de Valladolid y la Universidad de Salamanca, por parte de Castilla y León, junto a la Universidad Autónoma de Santo Domingo en el desarrollo de biofertilizantes para la República Dominicana. Esta línea de investigación, que acaba de ser renovada, ha dado lugar a varias publicaciones en revistas científicas y a comunicaciones en congresos desde 2006.
Los biofertilizantes son productos formulados a bases de microorganismos, para su uso en agricultura. La principal finalidad del proyecto PCI es formar a los científicos dominicanos para que aprendan a desarrollar sus propios productos, pues la clave del éxito de los biofertilizantes es que estos estén basados en bacterias del suelo autóctonas, presentes de manera natural en los mismos lugares en los que van a ser empleados, de forma que se mejora la adaptación al medio.
El proyecto tiene dos partes. La primera, trata del uso de inoculantes (concentrados de bacterias) de microorganismos rizobios para leguminosas, en concreto, para habichuela y guandul, que es una planta leguminosa muy extendida en el país caribeño.
La segunda parte está basada en el trabajo con biofertilizantes de segunda generación, que además de rizobios incluyen otras bacterias y hongos micorrícicos y que no sólo se emplean en leguminosas, sino también en musáceas y café, por ejemplo.
Estos estudios son especialmente interesantes para América Latina "porque los biofertilizantes son más baratos que los fertilizantes químicos” y, por lo tanto, son más accesibles en las zonas con pocos recursos económicos. Además, se desarrollan de manera local, porque los microorganismos que se emplean deben ser autóctonos para no alterar los ecosistemas. En la actualidad, el proyecto está en fase de desarrollo de los biofertilizantes, aislando los microorganismos que se emplearán en el producto final.
De esta manera, lo que en España es una investigación puntera se convierte además en un proyecto solidario y de cooperación que ayuda a otros países a avanzar a la vez en el campo de la Ciencia y en el desarrollo económico.
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